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Guillermo Lasso, presidente del Ecuador, disolvió en la mañana de este miércoles 17 de mayo, la Asamblea Nacional al amparo del artículo 148 de la Constitución política del país. Víctima de sus propios errores e incapacidad de su gobierno tomó esta decisión al saber que no iba a salir airoso del juicio político al que le tenía sometido el legislativo. En la víspera se había presentado ante este poder de Estado para defenderse de las acusaciones de peculado, ligado a presuntos actos de corrupción en el manejo de empresas públicas relacionados con el petróleo, pero sus mayores críticas estuvieron dirigidas a la Asamblea Nacional, en particular al correísmo a quien acusó de tener “como proyecto político la desestabilización del Gobierno, de la democracia y del Estado”.

Más allá de la disputa política y los procedimientos constitucionales el verdadero juicio y sentencia final, lo dio la calle. 8 de cada 10 ecuatorianos, en promedio, desaprobaban la gestión de Lasso en las últimas encuestas de abril. El aumento preocupante de la delincuencia común y el narcotráfico, principalmente; dispararon el descontento de la población en menos de dos años de gobierno. En el primer año el registro fue de 13 muertes por cada 100 mil habitantes y en el 2022 la cifra se duplicó a 25 muertes por cada 100 mil habitantes. En lo que va de este 2023, las estadísticas policiales registran entre 4 a 5 asesinatos por día, la mayoría, por sicariato. Cifras alarmantes para una ciudadanía que vivía en una relativa tranquilidad a diferencia de sus vecinos Perú y Colombia, donde la violencia no es ninguna novedad.

Esta crisis de violencia e inseguridad asociada a los históricos problemas políticos, económicos y sociales como el creciente desempleo, ha colocado al Ecuador en el segundo país, exportador de migrantes hacia EE. UU después de Venezuela. Según las autoridades de migración de Panamá, en el 2022, al menos 29.356 ecuatorianos y ecuatorianas cruzaron la selva del Darién en relación al 2021 que llegó a 7.821. Todo esto, como he dicho, en menos de dos años de gobierno y ante la debilidad manifiesta de un presidente que se veía desbordado y sin mayor margen de acción.

Ecuador amaneció tranquilo y tras el anuncio presidencial la situación no varió. Las escuelas y colegios funcionan con normalidad, el transporte público, las oficinas. La gente se fue a trabajar.  Hasta en algunas emisoras, toman el anuncio con un poco humor e ironía y ponen a sonar algunas canciones como “si se marchó, sin un adiós, que se vaya, que se vaya”

La ciudadanía sabe que las fuerzas armadas y policiales tiene cercado la Asamblea Nacional, sabe que en 7 días el Concejo Nacional Electoral convocará a nuevas elecciones y en tres meses volverán a las urnas a elegir a las nuevas autoridades de gobierno y de la Asamblea Nacional. La incógnita es, si los que vienen darán la talla para resolver o, al menos encaminar, los graves problemas que afronta el país.

Hugo Ramírez

 

Autor:

Hugo Ramírez Huamán

Ejes Temáticos:

Política