Bajo las últimas políticas migratorias en la región, países como Panamá y Costa Rica se han convertido en «países puente» para facilitar las deportaciones de migrantes desde Estados Unidos. Esta estrategia, impulsada por la administración de Donald Trump, externaliza la frontera sur estadounidense y viola sistemáticamente los derechos humanos de miles de personas.
En los últimos meses, se ha observado un fenómeno inédito: el retorno de migrantes que intentaron llegar a Estados Unidos. Muchos de ellos quedaron atrapados en países como México, Costa Rica y Panamá debido a las restricciones migratorias. Ahora, ante la imposibilidad de avanzar, están regresando a sus puntos de partida.
«Estamos viendo un flujo inverso. Personas que subieron desde Sudamérica y quedaron varadas en Centroamérica están regresando a Panamá», explicó Elías Cornejo, coordinador de promoción social y atención a migrantes de la organización jesuita Fe y Alegría Panamá.
Además del retorno voluntario forzado, Panamá y Costa Rica están recibiendo vuelos de deportación desde Estados Unidos. Estos vuelos, que comenzaron recientemente, trasladan a personas de nacionalidades como vietnamitas, chinos, iraníes, iraquíes y pakistaníes. «No sabemos exactamente dónde los están alojando. Se habla de un hotel en Ciudad Panamá, pero la información es confusa», señaló Cornejo.
Esta estrategia de usar países centroamericanos como «puentes» para deportaciones refleja una política migratoria cada vez más agresiva por parte de Estados Unidos. «Panamá ha cedido su soberanía migratoria.
El experto también criticó la falta de transparencia y el incumplimiento del debido proceso en estas deportaciones. «No se respetan los derechos humanos. Están deportando a personas sin pasaportes, sin registros claros, en condiciones que no son legales», afirmó.
Frente a esta crisis, organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia en Panamá están trabajando para documentar y denunciar estas violaciones. «El gran desafío es responder a esta emergencia humanitaria sin convertirnos en cómplices de la deshumanización», explicó Cornejo.
Además, señaló que la narrativa antiinmigrante está afectando no solo a los migrantes, sino también a las poblaciones locales. «Los estados están violando sistemáticamente la libertad y la integridad de las personas bajo el pretexto de la seguridad», advirtió.
La situación en Panamá y Costa Rica es un reflejo de una crisis migratoria regional que requiere atención urgente. «Necesitamos creatividad y mucha humanidad para enfrentar esta realidad», concluyó Cornejo.
Producción: Mónica López, desde Radio Huayacocotla, México.