Los estados andinos de Venezuela atraviesan una nueva emergencia ambiental por las intensas lluvias que, en lo que va del 2025, han dejado comunidades damnificadas, vías colapsadas y severos daños a la producción agrícola. Mérida, Trujillo, Táchira, Barinas, Lara y Apure son algunas de las localidades más afectadas por el desbordamiento de ríos y deslaves que arrasan con viviendas, carreteras y cultivos. Las autoridades confirman daños materiales y desplazamientos, mientras organizaciones sociales denuncian la ausencia de planes preventivos y una débil respuesta institucional.
Productores agrícolas, principales abastecedores de frutas, hortalizas y alimentos para buena parte del país, se declaran en crisis. Ingenieros forestales y ambientalistas insisten en que esta situación se repite año tras año debido a la deforestación indiscriminada, la erosión de las montañas y la falta de gestión ambiental efectiva. Álvaro Zambrano, ingeniero forestal, asegura que «los deslaves no son desastres naturales, sino el resultado de años de descuido, desorden y ruptura de la relación respetuosa entre las comunidades y su entorno».
Entre las propuestas se plantean la agricultura regenerativa, la reforestación con especies nativas y la recuperación de prácticas ancestrales de convivencia con la naturaleza. Zambrano sostiene que “es momento de dejar atrás el discurso vacío y actuar con responsabilidad política y social”.
Mientras tanto, continúan las acciones de solidaridad por parte de organizaciones sociales, radios comunitarias y personas de buena voluntad. Sin embargo, la población venezolana exige soluciones estructurales y políticas públicas sostenidas que protejan a las comunidades y garanticen la conservación de los ecosistemas. La montaña llora —advierte Zambrano—, y si no se escuchan sus advertencias, la tragedia se repetirá.
Producción: Rosender Evíes/Alexander Medina/Radio Fe y Alegría Venezuela.