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“La pasada fue un poco duro, en la primera me agarraron” son las palabras de Mauricio Martínez, trabajador en los campos de manzanos y cerezos en Estados Unidos.

Cruzar la frontera entre EE UU y México se convirtió, en los últimos años, en la esperanza de vida de cientos de migrantes latinoamericanos. Y aunque llegar a México desde los diferentes países es una travesía, estar en la frontera y cruzar, es quizás uno de los últimos riesgos que deben asumir quienes se atreven a emprender este camino.

“Cuando uno empieza a correr, empieza a tener sed, es duro la pasada”. La pasada como se llama al cruce de fronteras no siempre se cumple. Martínez comenta que, durante su primer intento, no logró cruzar. Sin embargo, esperó una semana y cuando fue su turno, lo volvió a intentar. Con la ayuda de coyoteros y pagando una suma de 8 500 dólares, al segundo intento logró cruzar el Puerto Fronterizo de Mexicali.

Luego de estar en tierras estadounidenses, encontrar trabajo fue su principal objetivo. “Trabajé en un rancho pequeño, por casi un año y medio”, afirma Martínez. Sin embargo, su camino continuaría hasta llegar al Estado de Washington.

En Washington empezó a dedicarse al corte de manzanas y cerezas. Actualmente forma parte de los llamados “locales” personas que llegaron a Washington de diferentes partes y se quedaron a trabajar ahí en los campos agrícolas.

Al igual que Martínez, cientos de personas intentan cruzar la frontera entre México y Estados Unidos por cumplir el “sueño americano”.

Reporta: Radio Huayacocotla, México.

 

Fotografía: AFP/ El Tiempo


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Historias de vida, la pasada