En México el trabajo infantil aumentó un 8% en relación al año 2020. Los y las niñas rarámuris trabajan en condiciones de semi esclavitud en los campos mexicanos de chile jalapeño, ya para el año 2018, fueron identificados 623 niños y niñas en los campos agrícolas del Estado de Chihuahua al norte del país.
Muchas de las muertes infantiles que suceden en estos cultivos son por golpes de calor que causan altas temperaturas o por accidentes cuando descansan debajo de los automóviles buscando sombra. En Chihuahua, cada año llegan 30.000 migrantes para dedicarse a la agricultura y cosecha de chiles jalapeños, muchas veces lo hacen con su grupo familiar, incluyendo hijas e hijos, que también se incorporan al trabajo, porque se cree que las manos y estaturas son favorables para la cosecha.
La población indígena migrante sale de sus comunidades desde el centro-sur de México para realizar trabajos forzados en campos pequeños y medianos de Baja California, Chihuahua, Jalisco y San Luis Potosí: “Aquí no se hace justicia… a un chamaco lo atropellaron y no hicieron nada… Las autoridades dicen que van a proceder y no lo han hecho… Yo pienso que por ser de afuera o de la etnia, no les hacen caso… es una costumbre que traigan a toda la familia porque no tienen donde dejarlos. Necesitamos guarderías”.
El departamento de Asuntos Laborales Internacionales en los Estados Unidos ha incluido la producción del chile jalapeño en la lista de alimentos cosechados con trabajo infantil forzado, pero incluirlo no es suficiente. El trabajo y explotación infantil continúan.
Crédito de Foto: Aitor Sáenz
Producción: Mónica López – Radio Huayacocotla, México con Información de Vanguardia MX y DW