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Cuando hablamos de “antropología” nos estamos refiriendo al estudio del ser humano. ¿cómo es? ¿cómo actúa? ¿por qué? Son algunas de las preguntas que se hace la antropología para describir, primero, y después interpretar y analizar al ser humano en determinado tiempo o en cierta zona geográfica. Cuando nosotros hablamos de antropología digital queremos comprender cómo las tecnologías actuales transforman, condicionan, modifican, construyen un modelo de ser humano. En este sentido queremos profundizar cómo una vida impregnada de tecnologías digitales puede cambiar al ser humano en su forma de estar y actuar en el mundo impactando en las formas de relacionarse con el entorno, con sus semejantes y con lo trascendental.

Hay mucha bibliografía sobre las tecnologías y su impacto/o relación con el ser humano desde muchas perspectivas y a distintos niveles de comprensión y profundidad. En este breve texto hablaremos empezaremos a dibujar esta antropología e iniciaremos desde un supuesto teórico que hemos denominado “Habitus digital”.

El habitus es parte de la propuesta teórica de Pierre Bourdieu. El sociólogo francés menciona que el habitus es el proceso por el cual lo social se interioriza en los individuos y logra una coherencia entre lo objetivo social con lo subjetivo individual y a que “el cuerpo está en el mundo, pero también el mundo está en el cuerpo”. Según Bourdieu, el habitus es algo que está en la cultura social y que se encarna de manera durable en el cuerpo en forma de disposiciones permanentes. Su frase famosa es: “el habitus son estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes”. Esto significa que la cultura de las tecnologías digitales en su manera de concebir el mundo, las relaciones humanas, la ética, la estética y la trascendencia se encarna o se incorpora (in-corpo=se mete en el cuerpo) en los sujetos construyendo modos de ser, en este caso digitales. En un texto del 2008 (¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos. Madrid: Akal.) Bourdieu menciona que el habitus “sin pasar por el lenguaje y la conciencia, a través de sugestiones que están inscritas en los aspectos aparentemente más insignificantes de las cosas, situaciones o prácticas de la existencia ordinaria, así los modales, la forma de hablar (miradas reprobadoras, tonos, aires de reproche, etc.) están cargados de conminaciones que son tan difíciles de revocar, tan poderosas, precisamente porque son silenciosas e insidiosas, insistentes e insinuantes” (pp. 30-31). Por tanto, el Habitus es un conjunto de disposiciones a percibir, sentir, hacer y pensar de cierta manera, interiorizadas por el individuo, mayoritariamente de forma inconsciente, desde su propia historia y proyecto de vida tomadas de la cultura donde vive y se desarrolla.

Podemos decir con lo anterior que un habitus digital son las disposiciones incorporadas e interiorizadas que hacen pensar, sentir, y hacer la vida cotidiana desde una cultura digital de un modo no consciente y desde la existencia misma. Por ejemplo, la vida de un joven o adulto medio se realiza a través de la utilización de las distintas aplicaciones de su celular, desde que se levanta (alarma), desayuna (plan de comida sana en YouTube), al oír música en su coche o en el transporte (Spotify), al manejar utiliza Waze o Google maps por si hay tráfico, va recibiendo en sus distintas redes sociales informaciones, saludos, etc. Tomará clases digitales y estará pegado de 6 a 8 horas diarias en redes sociales o en páginas de distracción o entretenimiento, tal vez vea una serie en Netflix, Amazon Prime o cualquier otra plataforma. Además, en la noche cuando estudie bajará un texto de la red o lo buscará en Google académico. Si no entendió la explicación del profesor en su clase virtual buscará un tutorial en YouTube para entenderlo bien. Hará un PowerPoint, un Prezi, un Canvas, un Genially para entregar su tarea. Con este modelo de vida, muy típico, la tecnología digital está en la mayoría del día de un joven promedio.

Con esta cultura digital en la cual están inmersos las mayorías de los jóvenes y adultos (que tienen acceso y posibilidades y por tanto no son la mayoría del planeta, pero si una gran cantidad de individuos) ¿Cómo afecta esta cultura digital en la forma de estar y actuar en el mundo? ¿cuáles son los nuevos valores nacidos de esta cultura digital que pondrá, de manera silenciosa y poderosa, en sus relaciones sociales próximas o futuras? ¿O tal vez ya presentes?

Como el tema es amplio y no hay tanto espacio solo mencionaré un nuevo “valor” (aunque existen más de seis desde mi perspectiva), que podrá ser central en el ser humano digital y por tanto en sus relaciones humanas presentes o próximas: La inmediatez.

Gracias a las redes sociales la inmediatez se vuelve un criterio de vida. Esto significa que las cosas en la vida del individuo se deben dar al instante, no se tolera la fila, la demora, la espera. La espera puede resultar angustiante con tonos enfermizos cuando se necesita “saber ya algo”. El conocimiento, la amistad, el amor debe ser rápido, instantáneo, sin problema de conexión, al momento. Se requieren por tanto respuestas o ideas veloces, rápidas, aunque sean superfluas o superficiales, lo tardado no es bien visto, o el famoso “dejado en visto” es intolerable para las generaciones usuarias del WhatsApp. Este valor implicaría vivir con “accesos rápidos e inmediatos” a muchos aspectos de la vida. Una educación que va al grano, y por tanto rápida, concisa. Una vida con internet incluido es vital para la vida de estas personas. Una vida sin internet, sin acceso, sin posibilidad de “estar” en la ciudad digital además de impensable es otra forma de morir lenta y angustiante. Se pedirá por tanto respuestas inmediatas, rápidas y seguramente muy superficiales en las relaciones humanas. Y por tanto crecerán las intolerancias cuando estas sean tardadas, largas, en espera. Este habitus digital de lo inmediato implica diferentes retos en los diversos ámbitos de la vida humana que debemos asumir como educadores, ciudadanos y personas.

Fuente: https://amerindiaenlared.org/contenido/21211/antropologia-digital/

2022-03-23

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                                                                                                                             Por: Alejandro Ortiz

Cuando hablamos de “antropología” nos estamos refiriendo al estudio del ser humano. ¿cómo es? ¿cómo actúa? ¿por qué? Son algunas de las preguntas que se hace la antropología para describir, primero, y después interpretar y analizar al ser humano en determinado tiempo o en cierta zona geográfica. Cuando nosotros hablamos de antropología digital queremos comprender cómo las tecnologías actuales transforman, condicionan, modifican, construyen un modelo de ser humano. En este sentido queremos profundizar cómo una vida impregnada de tecnologías digitales puede cambiar al ser humano en su forma de estar y actuar en el mundo impactando en las formas de relacionarse con el entorno, con sus semejantes y con lo trascendental.

Hay mucha bibliografía sobre las tecnologías y su impacto/o relación con el ser humano desde muchas perspectivas y a distintos niveles de comprensión y profundidad. En este breve texto hablaremos empezaremos a dibujar esta antropología e iniciaremos desde un supuesto teórico que hemos denominado “Habitus digital”.

El habitus es parte de la propuesta teórica de Pierre Bourdieu. El sociólogo francés menciona que el habitus es el proceso por el cual lo social se interioriza en los individuos y logra una coherencia entre lo objetivo social con lo subjetivo individual y a que “el cuerpo está en el mundo, pero también el mundo está en el cuerpo”. Según Bourdieu, el habitus es algo que está en la cultura social y que se encarna de manera durable en el cuerpo en forma de disposiciones permanentes. Su frase famosa es: “el habitus son estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes”. Esto significa que la cultura de las tecnologías digitales en su manera de concebir el mundo, las relaciones humanas, la ética, la estética y la trascendencia se encarna o se incorpora (in-corpo=se mete en el cuerpo) en los sujetos construyendo modos de ser, en este caso digitales. En un texto del 2008 (¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos. Madrid: Akal.) Bourdieu menciona que el habitus “sin pasar por el lenguaje y la conciencia, a través de sugestiones que están inscritas en los aspectos aparentemente más insignificantes de las cosas, situaciones o prácticas de la existencia ordinaria, así los modales, la forma de hablar (miradas reprobadoras, tonos, aires de reproche, etc.) están cargados de conminaciones que son tan difíciles de revocar, tan poderosas, precisamente porque son silenciosas e insidiosas, insistentes e insinuantes” (pp. 30-31). Por tanto, el Habitus es un conjunto de disposiciones a percibir, sentir, hacer y pensar de cierta manera, interiorizadas por el individuo, mayoritariamente de forma inconsciente, desde su propia historia y proyecto de vida tomadas de la cultura donde vive y se desarrolla.

Podemos decir con lo anterior que un habitus digital son las disposiciones incorporadas e interiorizadas que hacen pensar, sentir, y hacer la vida cotidiana desde una cultura digital de un modo no consciente y desde la existencia misma. Por ejemplo, la vida de un joven o adulto medio se realiza a través de la utilización de las distintas aplicaciones de su celular, desde que se levanta (alarma), desayuna (plan de comida sana en YouTube), al oír música en su coche o en el transporte (Spotify), al manejar utiliza Waze o Google maps por si hay tráfico, va recibiendo en sus distintas redes sociales informaciones, saludos, etc. Tomará clases digitales y estará pegado de 6 a 8 horas diarias en redes sociales o en páginas de distracción o entretenimiento, tal vez vea una serie en Netflix, Amazon Prime o cualquier otra plataforma. Además, en la noche cuando estudie bajará un texto de la red o lo buscará en Google académico. Si no entendió la explicación del profesor en su clase virtual buscará un tutorial en YouTube para entenderlo bien. Hará un PowerPoint, un Prezi, un Canvas, un Genially para entregar su tarea. Con este modelo de vida, muy típico, la tecnología digital está en la mayoría del día de un joven promedio.

Con esta cultura digital en la cual están inmersos las mayorías de los jóvenes y adultos (que tienen acceso y posibilidades y por tanto no son la mayoría del planeta, pero si una gran cantidad de individuos) ¿Cómo afecta esta cultura digital en la forma de estar y actuar en el mundo? ¿cuáles son los nuevos valores nacidos de esta cultura digital que pondrá, de manera silenciosa y poderosa, en sus relaciones sociales próximas o futuras? ¿O tal vez ya presentes?

Como el tema es amplio y no hay tanto espacio solo mencionaré un nuevo “valor” (aunque existen más de seis desde mi perspectiva), que podrá ser central en el ser humano digital y por tanto en sus relaciones humanas presentes o próximas: La inmediatez.

Gracias a las redes sociales la inmediatez se vuelve un criterio de vida. Esto significa que las cosas en la vida del individuo se deben dar al instante, no se tolera la fila, la demora, la espera. La espera puede resultar angustiante con tonos enfermizos cuando se necesita “saber ya algo”. El conocimiento, la amistad, el amor debe ser rápido, instantáneo, sin problema de conexión, al momento. Se requieren por tanto respuestas o ideas veloces, rápidas, aunque sean superfluas o superficiales, lo tardado no es bien visto, o el famoso “dejado en visto” es intolerable para las generaciones usuarias del WhatsApp. Este valor implicaría vivir con “accesos rápidos e inmediatos” a muchos aspectos de la vida. Una educación que va al grano, y por tanto rápida, concisa. Una vida con internet incluido es vital para la vida de estas personas. Una vida sin internet, sin acceso, sin posibilidad de “estar” en la ciudad digital además de impensable es otra forma de morir lenta y angustiante. Se pedirá por tanto respuestas inmediatas, rápidas y seguramente muy superficiales en las relaciones humanas. Y por tanto crecerán las intolerancias cuando estas sean tardadas, largas, en espera. Este habitus digital de lo inmediato implica diferentes retos en los diversos ámbitos de la vida humana que debemos asumir como educadores, ciudadanos y personas.

Fuente: https://amerindiaenlared.org/contenido/21211/antropologia-digital/