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                                                                         Sandra Luz Cruz / Radio Huayacocotla – México

En el diálogo realizado sobre Luchas Populares y Pandemia convocado por el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL) y la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (ALER) participaron Claudia Korol de Pañuelos en Rebeldía, Argentina; Luis Enrique Buitriago de la Escuela Popular de Artes y Oficios, Colombia; Sharon Pringle del Colectivo Espavé y Encuentro de Identidades Feministas (EIF), Panamá y Eduardo Balan de Movimiento Latinoamericano por la Cultura Viva Comunitaria, Argentina. Contó con la moderación de Raimunda Oliveira (Mundinha) de Escuela de Formación (ENFOC – CONTAG), Brasil.

¿Qué cambios atraviesan las luchas populares en el contexto de la pandemia?

Claudia comentó que los cambios tienen que ver con las resistencias ante la profundización de la crisis y desigualdades que se ha mostrado la pandemia, el aislamiento, individualismo, desmovilización de acciones colectivas por la necesidad de quedarse en casa. Los sectores populares, comunidades originarias han dado a conocer sus múltiples carencias, como el mal sistema de salud, quienes llegan reciben tratos racistas sobre lo cual se trata de justificar la presencia policial en las calles. En contraparte, las luchas populares y organizaciones sociales asumen los vacíos que el Estado no garantiza, aquí el papel de las mujeres ha sido fundamental. Es importante señalar que la promoción de “El quédate en casa” agravó la situación de violencia de las mujeres y las organizaciones han buscado darles acompañamiento.

Con la pandemia, Luis señala el momento importante para entrar al ámbito de la individualización, lo que nos interpela ¿qué nos dice la educación popular que debemos hacer en estos momentos?, ¿de qué manera la pandemia fuerza que varíe mi intencionalidad?, ¿es nuestra intencionalidad política transformadora? Entonces, debemos radicalizar nuestra humanización en estos tiempos de des-humanización.

Para Sharon hay que preguntar ¿cómo nos encontró esta pandemia? Para entender la virtualidad como contexto de convivencia, porque hay quienes no pueden conectarse en casa. Nos ha cambiado la cotidianidad, y se siente la fragilidad como condición humana, lo que nos cuesta su comprensión. Pero el hecho de disentir en medio de estas fragilidades no es cuestión menor, porque también experimentamos agotamientos de reuniones virtuales, y debemos aprender los límites para considerar el cuidado de nuestra seguridad virtual.

Eduardo comenta que nuestras organizaciones vivieron como un gran terremoto esta pandemia y cuarentena porque nos afectaron la energía que nos da vida: la proximidad. Aún, así pusimos en marcha cuatro iniciativas: multiplicar acciones territoriales que tienen que ver con el cuidado de la población; multiplicar las herramientas de intercomunicación virtual al interior de nuestras redes y movimientos; la defensa del sector y el movimiento de cultura comunitaria interactuó con otras expresiones populares para discutir el modelo de desarrollo a construir durante y post pandemia.

¿En qué aporta la educación popular a las resistencias en tiempos de pandemia y confinamiento?

Claudia subraya la promoción de procesos de diálogo de saberes, para politizar la crisis y sacar la idea de que es algo natural, cuando en realidad es un producto del sistema capitalista: que incluye la cría industrial de animales, los agronegocios, el extractivismo… lo que nos lleva a salir del análisis de cómo nos afecta individualmente.

La educación popular ayuda a entender que este sistema de muerte provoca pandemias y otras enfermedades, y nos preguntamos ¿cómo se enfrenta con un proyecto de vida? Desde la producción de alimentos sanos que no sean privilegio de unos pocos y la salud está politizada, así como la defensa de los territorios y comunidades para no disociar el destino de la humanidad del destino del ambiente, de las tierras, de los ríos, de las lagunas, de la biodiversidad, porque somos parte de esa naturaleza. La educación popular tiene que fortalecer la pedagogía de la esperanza.

¿Cómo conecta la práctica de las luchas populares desde la virtualidad?

La articulación frente a necesidades concretas para Luis es mayoritariamente asistencialista, y sin embargo hay propuestas alrededor de los tejidos comunitarios ante la nueva cotidianidad aprovechada con la virtualidad, donde las necesidades surgen de la ritualización de lo cotidiano, pero no podemos obviar un problema concreto de hambre.

A propósito de lo educativo, ¿qué nos deja la pandemia?

Seguimos divorciando lo comunicacional de lo educativo fue una afirmación de Sharon, donde indica que a falta de esta comunicación pertinente, dejamos abierta la puerta a iniciativas gubernamentales. Nuestra perspectiva crítica de lógicas de consumismo responsable desde la virtualidad, reconfigurando un mundo y nos cuestionamos ¿Qué tanto reproducimos la participación de puros hombres en los espacios virtuales?

¿Qué desafíos expone la pandemia en los movimientos sociales?

La pandemia, para Eduardo, es una desgracia global que no deja de arrojar elementos de aprendizaje a los movimientos populares: el vínculo comunitario cruje el sistema económico. Lo que nos salva en situaciones como ésta es justamente lo comunitario, porque pone en cuestión los paradigmas del capitalismo, evidencia que el sistema civilizatorio sufre en estos meses una dislocación moral. El capitalismo no puede disciplinar la lógica colaborativa, y esa es la cultura que puede vencer el paradigma. Por ello, el desafío de las organizaciones populares es ¿cuál es la cultura que va a trascender al capitalismo?

¿Qué lecciones podemos aprovechar en este tiempo de pandemia?

No estamos en pausa a pesar de que se nos ha impuesto la cuarentena, señala Claudia. No renunciamos a ocupar las calles de manera cuidada para exigir derechos y sostener la lucha popular. ¿Cómo fortalecer la autonomía de nuestros movimientos? El hogar no es el espacio para el cuidado de la vida de las mujeres, niñas ya adolescentes, porque crecieron las violencias, los feminicidios; por ello criticamos la familia patriarcal y promovemos las prácticas de salud ancestral.

Todo lo que sucede con la salud, educación, alimentación, relaciones sociales son el resultado de una realidad que se construye a partir de unos intereses específicos, para Luis, una ideología dominante, decía Freire, es fatalista, lo que nos coloca en situaciones límite: toda una posibilidad de construir alternativas alrededor de… Podemos movernos más en una noción más biocéntrica de respeto y colaboración.

No estamos en confinamiento, estamos acumulando fuerzas, aprendizajes, retomando saberes de abuelos y abuelas para Sharon, y los elementos para acumular fuerzas: no olvidar que toca denunciar las injusticias, pero irradiar algo más que fatalismo, abrazamos el Buen Vivir, viralizamos la esperanza. Apostamos por las economías solidarias y el arte popular, considerando nuestras narrativas.

Planteamos este momento como esperanzador, señala Eduardo, ya que nos exige reinventar los modos en que producimos, distribuimos, nos alimentamos y nos vinculamos. La esperanza tiene mucho que ver con la audacia con la que encaramos el próximo tiempo. La esperanza hoy es un deber, una obligación.