Los oficios y labores domésticas no corresponden solamente a labores relacionadas con el mantenimiento físico de la casa: ordenar, fregar los trastos, y que, en su conjunto repercuten en el bien común.
Algunas de esas tareas, técnicamente hablando, se relacionan con el cuidado de la familia y en particular de los miembros más desvalidos (hijos y personas mayores). Es a ello lo que se denomina la “economía del cuidado”. Se trata de un sector muy representativo de los trabajos no remunerados que debe incorporarse en la economía formal al que deben formularse políticas públicas y atribuirse protecciones especiales a quienes las realizan.
Los trabajos del cuidado son un trabajo gratis que vienen efectuando las mujeres de todo el mundo, y forman parte de esa inexcusable y anacrónica “división sexual del trabajo” que ya hemos -aunque con toda lentitud comenzado a transformar.
Producción: Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd) con el apoyo de ALER