Guyana suele quedar fuera del mapa mental latinoamericano, pero su realidad migratoria habla de una región conectada por historias compartidas. Con menos de un millón de habitantes, es uno de los países con mayor diáspora per cápita en el mundo.
En entrevista con Mónica López de Radio Huayacocotla, La voz Campesina en México, el padre Santiago Lantigua, un sacerdote jesuita de origen dominicano, señaló que, durante décadas, miles de guyaneses partieron hacia Estados Unidos, Canadá y Venezuela en busca de oportunidades. “Hoy muchos regresan, sobre todo quienes crecieron en territorio venezolano y vuelven con nuevas mezclas culturales, idiomas y oficios, encontrando un país que intenta recibirlos sin discursos de odio y con trámites más ágiles para recuperar su nacionalidad” indicó Lantigua.
La iglesia católica, a través del Programa de Apoyo Migratorio del obispado de Georgetown, acompaña este flujo creciente con asesoría legal, orientación social y espacios de integración cultural. Desde traducciones de documentos hasta apoyo para emprendimientos y celebraciones interculturales, busca que quienes llegan no vivan como extraños.