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La política boliviana vive una etapa de profunda fragmentación, especialmente al interior del Movimiento al Socialismo (MAS), que gobernó por más de 20 años. Según Ludwig Valverde de Botello, docente e investigador en la Universidad Mayor de San Andrés, hoy el MAS está dividido en al menos cuatro corrientes: el evismo, el arcismo, el androniquismo y el choquehuanquismo. Cada una responde a intereses sectoriales, más corporativos que ideológicos, sin un liderazgo capaz de generar cohesión.

Para Valverde, las pugnas internas del MAS responden a la incapacidad de renovar liderazgos y a una deriva caudillista. Evo Morales ya no unifica al partido, y figuras como el presidente Arce o el senador Andrónico Rodríguez representan facciones más que proyectos colectivos. La falta de una estrategia interna ha debilitado al instrumento político, que hoy enfrenta una crisis de dirección en medio de un proceso electoral clave.

La ideología también se ha diluido. “De socialismo no queda casi nada”, afirma el investigador. Lo que predomina es un populismo prebendal heredado de los años 50, basado en la redistribución estatal y el control corporativo. Los movimientos sociales que una vez fueron actores clave han sido absorbidos por lógicas corporativas que buscan cuotas de poder, más que cambios estructurales o participación autónoma.

Además, Valverde destaca un fenómeno singular: la proliferación de “siglas vacías”. Son partidos sin base ni estructura que sirven como vehículo para candidaturas improvisadas. Ante la exigencia legal de contar con una sigla, algunos líderes buscan alianzas de conveniencia con estos “taxi partidos”. La falta de formación política y la ausencia de nuevos cuadros reflejan una democracia debilitada, sin liderazgos sólidos ni proyectos de largo plazo.

Producción: Inés Gonzales de ERBOL, Bolivia.

 

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Emisión Vespertina 27-05-2025