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En la costa del Caribe colombiano, el bullerengue sigue siendo mucho más que música. Es un acto de resistencia, memoria viva y defensa ambiental. Así lo reafirma Pabla Flores, maestra de este canto ancestral afrocolombiano, quien desde el municipio de María La Baja, en Bolívar, mantiene viva una tradición que durante más de tres siglos ha acompañado a su pueblo en la lucha contra la esclavitud, la marginación y la violencia territorial.

En entrevista para Contacto Sur Vespertino, Pabla compartió cómo el bullerengue le permitió enfrentar los años de miedo y violencia armada en su territorio. Relató que gracias al canto, y por insistencia de su madre, también bullerenguera, logró vencer los temores que la mantenían encerrada en su propia casa. Hoy, no solo canta y compone, sino que lidera una escuela de bullerengue que forma a nuevas generaciones y ha logrado que su más reciente canción, La Chicha, postule a los premios Grammy, llevando el eco de su territorio al mundo.

La Chicha, explicó Flores, no es solo una canción: es la narración de una economía de subsistencia que permitió a las familias afrodescendientes sobrevivir a la pobreza y el abandono estatal. Cosechar el corozo, procesarlo y convertirlo en alimentos y productos para vender, fue una práctica comunitaria que sostuvo a generaciones. Hoy, esa historia vuelve a entonarse como canto de resistencia ambiental frente al avance de cultivos industriales y la pérdida del bosque seco tropical.

Para la maestra bullerenguera, las mujeres han sido esenciales en estos procesos. “Antes no podíamos ni votar, ni hablar, ni salir de la casa. Hoy lideramos, organizamos y cantamos nuestra historia”, afirmó. Su mensaje a los pueblos latinoamericanos es claro: “Si no nos empoderamos de lo nuestro, desaparece. Hay que defender el territorio, la cultura y la vida”.

Producción: Ingrid Burgos, ALER.

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Emisión Vespertina 11-07-2025