Al llegar a Cali, una ciudad que late al ritmo de la salsa y nos abraza con su calor, me invadió una pregunta que no sé si tendrá una respuesta durante estas dos semanas. No es cualquier semana, ahora participo en la cobertura periodística que lleva a cabo por ALER. Hablamos de un evento de trascendencia global: la COP16, que es la convocatoria número 16 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad.
Aquí, en medio de esta vibrante cultura, se está definiendo el destino de nuestro planeta. Cada decisión que se tome aquí afectará directamente nuestras vidas, desde el aire que respiramos hasta el agua que bebemos, los animales, los seres invisibles de la naturaleza, los alimentos, los insectos, los océanos, mares y la vida de los ríos.
La COP se inspira en el tratado internacional adoptado en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, y su objetivo es establecer agendas, compromisos y marcos de acción para conservar la diversidad biológica y darle un uso sostenible, así como garantizar la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos. Esta Conferencia se celebra cada dos años y es la primera vez que se realiza en Colombia, en la ciudad de Cali, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre del 2024. El lema de esta convocatoria de 2024 es Paz con la Naturaleza, como un llamado a la reflexión para mejorar la relación que tenemos con el ambiente, repensar un modelo de económico que no priorice la extracción, sobreexplotación y contaminación de la naturaleza.
La COP16 es un llamado a la acción, una oportunidad única para asegurar un futuro donde la naturaleza y la humanidad puedan coexistir en armonía. No puedo evitar preguntarme una y otra vez, en voz alta:
¿Se están tomando medidas con demasiada lentitud, poniendo en riesgo el futuro de la naturaleza?
Mientras tú te relajas viendo tu serie favorita en tu celular o te concentras en tus estudios, trabajo y la vida cotidiana, representaciones oficiales de los gobiernos, líderes y liderezas mundiales junto a cientos de activistas del mundo se reúnen en Cali para tomar decisiones cruciales sobre el futuro de nuestro planeta.
Cada acción que se tome en esta cumbre impactará directamente en tu vida y en la de las generaciones futuras. La meta es clara: encontrar un equilibrio entre el desarrollo humano y la protección de la naturaleza.
Luego de 7 días, me informan que más de 527.000 personas han estado presente en los lugares de los diversos eventos que van desde reuniones de trabajo, paneles de especialistas, entrevistas, conciertos.
Hay varias claves para comprender como se está batiendo el chocolate, las Conferencias anteriores han priorizado múltiples agendas, todas ellas con la urgencia de lo inaplazable, como la protección total de los territorios del planeta, el financiamiento, la información genética, diversidad biológica y la salud, la participación de los pueblos en esta cumbre de partes y la reconciliación con la madre tierra.
Para ayudar a ubicarnos, partimos del documento Marco Mundial Kunming-Montreal para la Biodiversidad, un plan global adoptado durante la COP15 que se realizó en Canadá, para detener y revertir la pérdida de biodiversidad para el año 2030.
La humanidad busca proteger el 30% del planeta, incluyendo ecosistemas terrestres, marinos y de agua dulce. Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿qué sucederá con el 70% restante? ¿Seguiremos permitiendo la explotación y destrucción de estos valiosos ecosistemas? Resulta imperativo que desarrollemos estrategias integrales para proteger la totalidad del planeta, un dato para asomar la gravedad del asunto: el 38% de los árboles del mundo están amenazados de extinción.
La implementación de los acuerdos alcanzados en esta oportunidad en la COP16 requiere una inversión significativa de 700.000 millones de dólares. De esta suma, se proyecta que 200.000 millones de dólares anuales provengan de nuevas fuentes de financiamiento, mientras que los restantes 500.000 millones se obtendrían a través de la reasignación de subsidios que actualmente perjudican la biodiversidad. Surge la interrogante sobre el origen de estos fondos, los mecanismos de gestión y el rol de las organizaciones sociales en la supervisión de su uso.
El tesoro de conocimiento sobre la biodiversidad, está en la información genética. Los recursos genéticos, el material biológico que contiene la esencia de la vida, son objeto de intensos debates en la COP16. Miles de bases de datos almacenan la información genética digitalizada de innumerables especies. Sin embargo, surge una pregunta fundamental: ¿quién se beneficia de esta valiosa información? Sabemos que la industria farmacéutica o cosmética tienen mucho interese en esta información. Pero surgen más y más preguntas, ¿Cómo asegurar que los pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y campesinas puedan tener todo el reconocimiento y las condiciones para que su contribución a la conservación de la biodiversidad no caiga en saco roto?
La crisis medioambiental puede curarse con la participación
La cumbre reúne a una amplia diversidad de actores populares, incluyendo representantes de comunidades indígenas, afrodescendientes, jóvenes, mujeres, ambientalistas, academia y movimientos sociales como integrantes de los Foros Sociales de Economías Transformadoras, el Foro Social y el Foro Social Panamazónico (FOSPA). Además, cuenta con la presencia de redes como LATINDADD, la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza y la Red de Mujeres Indígenas sobre la Biodiversidad. Hasta la fecha, se han registrado más de 23.000 participantes.
Durante la COP16 en la llamada “zona verde” se realizaron más de 900 eventos que se han organizado en 15 ejes temáticos tales como: Conservación; Restauración y Océanos; Recursos genéticos y género; Justicia Ambiental y Derechos Humanos; Pueblos y Comunidades; Biodiversidad y Cambio Climático; Economía de la Biodiversidad y Ciudades Sostenibles; Educación y Sistemas de Conocimiento; Financiamiento y Mecanismos de Implementación; Paz con la Naturaleza; Salud y Alimentación; COP de la Gente. Se estima que más de 2.000 propuestas fueron presentadas para la discusión y debate, de las cuales un 42 % correspondió a las agendas de los sectores sociales. Y surge otra pregunta ¿Realmente le harán caso a estas iniciativas?
A solo dos meses de iniciar el año 2025, la presión aumenta en esta COP16. Las delegaciones oficiales de los países deben dejar de lado las retóricas y tomar medidas concretas para cumplir el compromiso de financiar en 20 mil millones de dólares anuales destinados a la conservación de la biodiversidad en países en desarrollo. La efectividad y la accesibilidad de estos fondos son fundamentales para el éxito de los acuerdos.
Para garantizar un futuro sostenible, es necesario transformar radicalmente los modelos económicos, priorizando la justicia ambiental. Esto implica promover el canje de deuda por naturaleza, eliminar subsidios perjudiciales, garantizar la distribución equitativa de los beneficios de la biotecnología, declarar los recursos de la biodiversidad sujetos de derecho y fortalecer los medios comunitarios en territorios ancestrales y zonas de biodiversidad en riesgo.
Javier Barrios, Opinión, Octubre 2024