Por séptimo día consecutivo, miles de brasileños y brasileñas volvieron a concentrarse este domingo en el centro de Sao Paulo para mostrar su descontento con el Gobierno del presidente Michel Temer, quien juró el cargo el pasado miércoles tras la destitución de Dilma Rousseff por decisión del Senado.
Manifestaron desde la emblemática Avenida Paulista, considerada el corazón financiero de Brasil, y se dirigieron a la plaza Largo da Batata, en la zona oeste de la ciudad.
Ha sido la mayor protesta contra el nuevo mandatario de Brasil, desde que juró reemplazar a Rousseff por el resto de su período, que termina en el 2018.
Los manifestantes fueron convocados por grupos de izquierda y sindicatos alineados con el Partido de los Trabajadores de Rousseff para pedir que se realicen nuevas elecciones presidenciales, por lo que relanzaron la campaña de «elecciones generales ya!» que significó la salida de la dictadura cívico-militar.
La manifestación se llevó a cabo pese a la prohibición por parte de la Secretaría de Estado de Seguridad Pública (SSP), que había asegurado que no permitiría la realización del acto en la Avenida Paulista este domingo por el paso de la antorcha paralímpica.
La movilización ciudadana fue reprimida por la policía de Sao Paulo con gases lacrimógenos lanzados a miles de manifestantes en la última etapa de la marcha.
Los participantes rechazaron la actuación policial, así como el «gobierno racista» que encabeza Temer por decisión del Senado.
Las protestas contra el impeachment de Rousseff se han sucedido durante semanas, inclusive durante las Olimpiadas, pero desde que se votó el impeachmente en el Senado la semana pasada, se han visto episodios de «uso excesivo de la fuerza» por parte de la Policía, según denuncias de los muchos manifestantes, activistas y la organización Amnistía Internacional. «El derecho de manifestación debe ser respetado», ha pedido la ONG en un comunicado difundido en redes.