2017-11-27
Sandra Lorena Rojas Villamuez
Grupo COMUNICARTE – Colombia[1]
“Hace tiempo que los medios de comunicación de masas se han convertido en verdaderos instrumentos educativos, lo que muestra claramente que las sacrosantas lecciones ex cathedra han pasado a la historia.” Geuzwein, 1983, p 220.
¿Cuántas horas al día una persona está en contacto con los medios de comunicación, cualquier medio: televisión, radio, prensa, cine o internet? Tal vez una, dos o muchas más y ese contacto voluntario o involuntario permite determinar aspectos importantes en la vida del ser humano que influyen en su forma de pensar o en los patrones de conducta que adopta una determinada sociedad. La información que se consume a través de los medios puede llegar a imponer valores, creencias, ideas, normas de comportamiento e incluso estereotipos sociales. En ese sentido Esteinou plantea que “la información la traduce en sedimentos culturales que se traducen en valores históricos y se cristalizan en visiones del mundo, los que se expresan en sentidos comunes de los cuales se derivan actitudes y conductas que a largo plazo se convierten en posiciones políticas” (1998, p 4).
Los diversos medios de comunicación contribuyen a construir conocimiento sobre la sociedad, como se ve a sí misma y cómo ve a los otros. Su trabajo y el impacto que generan han hecho que se consideren como un aparato ideológico capaz de dar sentido y proponer interpretaciones o significados de diferentes situaciones. Algo que hacen a través de sus contenidos, con los temas que abordan, los que destacan o los que sencillamente ignoran e incluso tergiversan. Pero no es solo el tema en sí, es también la forma en que lo presentan, el tratamiento que le dan, las fuentes que resaltan y la cantidad de veces que lo repiten.
La influencia de los medios cada vez es más fuerte “solo por su inmediatez, masividad e innovación, los medios de comunicación llevan ventaja en la difusión de modelos de sociedad, de hombres y mujeres, vida cotidiana y relaciones sociales con determinado valor ético y cultural” (Alonso del Corral, 2004, p 13). Por eso, se puede asegurar que igual de importante que los medios es la ideología que se transmite a través de ellos. Tomando la ideología como marcos de interpretación mental y es así como “contribuyen al proceso constante de socialización y refuerzo de pautas culturales mostrando y recreando situaciones, hechos, usos, gestos, etc. Considerados deseables en los individuos” (Perkins, 2008, p 13).
Los medios de comunicación están llamados a cumplir unas funciones básicas que fueron señaladas por Haroll Lasswell y posteriormente complementadas por Charles Wright, quienes consideraban que el proceso de comunicación debería estar encargado de vigilar el entorno, propiciar la interpretación de la información expuesta, transmitir el patrimonio cultural y la herencia social y proponer un entretenimiento que posibilite la diversión. (Mattelart, A, & Mattelart, M. 2013). En otras palabras, los medios se encargan de informar, generar opinión pública, educar y entretener, compromisos bastantes importantes que requieren una gran responsabilidad por parte de las personas encargadas de manejar y controlar los medios.
Pero retrocediendo un poco, habría que preguntarse ¿dónde radica la fuerza de los medios? Tal vez la respuesta esté en su complemento: la comunicación, que se entiende como “un proceso de producción, distribución y consumo de significados en una estructura social determinada” (Peppino, 1999, p. 38), en algunos casos la comunicación es una “cuestión de mediaciones más que de medios, cuestión de cultura y, por tanto, no sólo de conocimientos sino de re-conocimiento. Un reconocimiento que fue, de entrada, operación de desplazamiento metodológico para re-ver el proceso entero de la comunicación desde su otro lado, el de la recepción, el de las resistencias que ahí tienen su lugar, el de la apropiación desde los usos” (Martín, 1987, p. 10).
La comunicación es un proceso que se relaciona fuertemente con el tema de la educación: “cualquier gesto, signo, símbolo o mensaje tienen la potencialidad de educar o educan de manera oblicua, es decir, sin que ellos mismos se den cabal cuenta de las interpretaciones y repercusiones que generan” (Torres, 2000, p 57). En este caso, el concepto de educación se puede entender como el sentido de persuadir, de transmitir una visión del mundo y del contexto visto desde la perspectiva y los valores sociales de quienes lideran esas dinámicas.
Por eso la educación no puede reducirse al ámbito de escolaridad, el aula de clase no es el único lugar en el que las personas se pueden formar y adquirir los conocimientos necesarios para enfrentarse a un contexto social; los procesos educativos pueden ir más allá de la escuela, el salón de clase y sus respectivos currículos académicos y desarrollarse en escenarios que hacen parte de la cotidianidad de las personas, tales como la calle, el barrio, la iglesia, entre otros espacios que de muchas maneras determinan los comportamientos y actitudes de cada ciudadano. «Estamos pasando de una sociedad con sistema educativo a una sociedad educativa, esto es cuya red educativa lo atraviesa todo: el trabajo y el ocio, la oficina y el hogar, la salud y la vejez” (Martín B, 2003, p 12).
Uno de esos “otros” escenarios está representado por los medios de comunicación. “Los medios pueden ser vehículos y, a la vez, contenidos de la educación; pueden desarrollar funciones mesológicas en la escuela y en la enseñanza a distancia, y paralelamente generar efectos de educación en la familia y otros contextos informales” (Trilla, 1993, p 29). La educación maneja esquemas diseñados para permitirles a las personas incorporarse a la sociedad, mientras que la comunicación se encarga de construir nuevos saberes desde el consumo que se hace de sus contenidos, los cuales además de contribuir a la formación de opinión pública, brindan la posibilidad de conocerse a sí mismos y descubrir otros mundos y culturas.
Los medios de comunicación y la educación juntos o por separado pueden transformar la sociedad, para bien o para mal, eso depende de la intencionalidad o el impacto de la información. Pero se debe tener en cuenta que cuando se piensa en comunicación para la educación, se busca alcanzar un resultado formativo, que le permita al público entender su realidad, su contexto social y actuar frente a eso.
¿Qué esperar de los medios masivos en nuestros esfuerzos por educar? ¿Qué papel atribuirles? ¿Cómo aprovechar el enorme potencial que representan la radio, la gran prensa, las revistas ilustradas y ponerlo al servicio de la educación de las grandes mayorías latinoamericanas? Cuando al recorrer la región se comprueba que casi no hay hombre, mujer o joven que no tenga una radio, cuando aún en las más precarias favelas y cinturones de miseria de nuestras ciudades se ve crecer el bosque de antenas de televisión y, al mismo tiempo, se confronta esa presencia tan universal de los medios en nuestro contorno cultural actual con los tremendos déficits educativos que se le adeuda a esa misma población. (Kaplún, 1992, p 63)
Los medios cada vez ganan más espacios en la vida de las personas y directa o indirectamente, con intención o si ella, producen un impacto en la sociedad, positivo o negativo, ese aspecto es muy relativo y depende de varios factores y del punto de vista desde el cual se analice. Pero no por promover valores, estereotipos o realidades que van en contra de algunos intereses dejan de tener un componente educativo, lo mismo ocurre con otros escenarios que también manejan este enfoque. “Hay escuelas y familias que a veces no educan o, mejor, que educan fatal, pero no por eso la escuela o la familia, en general, dejan de ser consideradas como instituciones educativas.” (Trilla, J. 1997 p, 36).
Es normal que se genere cierta duda al relacionar comunicación, medios y educación, ya que existe un alto grado de desconfianza hacia los contenidos que el público consume ya sea por radio, prensa, televisión o internet. Incluso se consideran malas influencias y enemigos de la escuela y la estructura que ahí se maneja. “La realidad de los medios en nuestro mundo no cambia porque se les asigne una tarea educativa. La estructura y funcionamiento de los modernos medios de comunicación los hace radicalmente verticales y tal vez más aún, que la escuela tradicional. Por consiguiente, sirven más para el adiestramiento de los receptores que para una tarea realmente educativa, ya que esta supone interacción, reflexión crítica, actitud transformadora ante el mundo” (Barroilhet, 1981, p 157).
Estas dudas, ese rechazo y la desconfianza que generan los medios han provocado que el componente educativo se relacione o se confunda con otros elementos como la manipulación, la persuasión o el adoctrinamiento, donde lo importante no es la generación o el intercambio de conocimiento, sino convencer a los otros para que piensen o actúen de determinada manera. Pero, si bien es cierto que los medios pueden llegar a tener un enfoque conductista amparado en el discurso del poder y que con su quehacer pueden informar, desinformar, manipular, imponer, distraer y muchas otras cosas más, también es cierto que no por eso deja de educar de manera no formal o informal.
Los medios aportan a esa estructura de educación y comunicación al mostrar una o varias realidades del mundo, al construir o redefinir la identidad, la cultura, los esquemas sociales y al facilitar el intercambio de saberes. Y aunque que todos los medios de comunicación generan un impacto en el público y que con su trabajo promueven procesos educativos, se debe resaltar la labor que históricamente ha cumplido la radio en este ámbito, las características propias de este medio, como la sencillez de su producción o el fácil acceso, hacen que la radio más allá de informar y entretener a un público, se proyecte como un escenario cultural y educativo.
La Radio: Sonidos que Generan Procesos de Educación
No se puede hablar de “la radio” en términos abstractos. La radio – entendida como un conjunto que involucra a los productores, lo que se emite y la audiencia que recibe los mensajes- es un producto cultural de un país en un momento dado. (…) La radio es una expresión del modo de ver, de interpretar y de concebir el mundo, propio de quienes lo producen. Lo que se emite en la radio involucra aspectos de las experiencias individuales y colectivas. Los temas, lo que se propone, lo que se explora o se deja de explorar, los énfasis y las elaboraciones que se hacen tienen relación con el contexto de quienes producen los programas. (El’Gazi, 2000, p 19)
Aunque está claro que una emisora de radio no funciona ni tiene las mismas responsabilidades que una escuela, no se puede negar que como medio puede convertirse en un referente educativo de gran impacto debido a la influencia que sus contenidos producen en el público. La historia de Colombia demuestra que la radio ha jugado un papel muy importante en el proceso de alfabetización de los ciudadanos, a través de experiencias como la de Radio Sutatenza que fue la primera emisora en desarrollar un proyecto de escuela radiofónica en América Latina. Esta iniciativa fundada en 1947 por el padre José Joaquín Salcedo tenía como objetivo generar procesos de formación no formal en el sector campesino.
La preparación de los programas involucraba a grupos de personas que correspondían a los cinco campos definidos para la formación integral: Alfabeto, Número, Salud, Economía y Trabajo, y Espiritualidad. Se diferenciaban dos niveles, uno básico de alfabetización y enseñanza de las operaciones aritméticas, que era de media hora diaria y duraba 90 horas, y otro progresivo, de educación fundamental integral, de una hora diaria que duraba dos años. La emisión de este se repetía tres veces al día. Además de difundir los conocimientos fundamentales sobre agricultura, economía doméstica, higiene y salud, se desarrollaron campañas específicas tales como Conservación del suelo, Mejoramiento de la Vivienda, Salud preventiva, Nutrición, Recreación y Procreación responsable.[2]
Los programas que se emitían por esta emisora eran respaldados por una serie de cartillas que permitían seguir los contenidos y por personas voluntarias que reunían a la gente para explicar y aclarar dudas relacionadas con lo que escuchaban en la radio “La clave era que la gente aprendiera a leer y a escribir hablando de los temas que le importaban más, como lo hacían las cartillas, o sea hablando de la familia, de los problemas de la finca, de la crianza, del cuidado de los niños, de los animales y es en torno a todo eso que se van aprendiendo las letras y a hacer las cuentas después de los cursos de matemáticas.” (Garrido, 2009, p 66).
El proyecto educativo liderado por Radio Sutatenza finalizó en 1994, cuando la emisora por distintas circunstancias fue clausurada y sus instalaciones pasaron a ser propiedad de la Red de Emisoras Comerciales Colombiana -Cadena Caracol-. Sin embargo, a pesar del tiempo y los nuevos modelos educativos impulsados por otras radios, el trabajo realizado por este medio de comunicación, sigue siendo un referente importante al momento de relacionar elementos como educación y comunicación.
Otra experiencia similar fue el bachillerato por radio que estuvo liderado por la Presidencia de la República de Colombia e inició en 1971 a través del Fondo de Capacitación Popular, entidad inscrita a Inravisión. Era un programa de formación aprobado por el Ministerio de Educación que duraba una hora y se emitía por Radio Nacional de Colombia. “Cada clase duraba 10 minutos y en el lapso de una hora se dictaban cinco clases: matemáticas, inglés, ciencias naturales, ciencias sociales… el tiempo restante se dedicaba a unas cortinillas musicales que hacían las veces de recreo o de receso” (Abril E. 2010, p 20).
Pero no todas las emisoras manejan el mismo esquema o la misma propuesta que presentaban las dos experiencias anteriores, aun así, en la radio se puede ver reflejada la educación formal, no formal e informal, por ejemplo en la educación formal se presentan contenidos pedagógicos que generalmente están reforzados con materiales impresos y el monitoreo presencial de algunos maestros. En cuanto a los contenidos no formales, se ofrecen actividades educativas organizadas, pero que no están incluidas en el sistema escolar y abordan temas sobre salud, técnicas agrícolas, entre otras, y en la educación informal los programas de radio incluyen contenidos y enfoques que directa o indirectamente provocan en los oyentes la adquisición de conocimientos, aptitudes y actitudes. (Prieto, Rincón & Ramos, 2008).
En realidad, se escuche con un propósito formalmente educativo o se escuche por mero placer, todo programa educa de alguna manera. Tanto como el programa educativo propiamente dicho, el anuncio publicitario que asegura que luciendo una camisa de tal marca «se triunfa en la vida», un programa cómico, una radionovela sentimental, un comentario de actualidad, una transmisión deportiva, una canción popular, constituyen también factores educativos, ya que todos influyen en la formación de valores y en las pautas de comportamiento del público. (Kaplún, 1999, p 22–23)
Educar a través de la radio es en cierta forma ayudar a mejorar la calidad de vida de los oyentes, por medio de información que les permita re-conocerse y pensarse a sí mismos y desde ese conocimiento promover la movilización y la organización social. En la radio se mezclan elementos que tienen en común la comunicación y la educación, uno de ellos es una función social que se fundamenta en la construcción de sociedades más equitativas en la que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades, pero para que eso ocurra deben contribuir a la formación de ciudadanos críticos capaces de analizar y contextualizar sus propias realidades.
Bibliografía
- Abril E. (2010). “El colegio más grande de Colombia: El bachillerato por Radio” en: Cuéntame una historia de Radio. Radio Nacional de Colombia. 14-25.
- Alonso del Corral, A., & del Corral, A. A. (2004). Los medios en la comunicación educativa: una perspectiva sociológica.
- Barroilhet, P. C. (1981). La educación en América Latina. Editorial Limusa.
- El’Gazi, J. (2000). Que suene la radio. Guía de trabajo del taller de producción radial, Bogotá, Unidad de Radio del Ministerio de Cultura.
- Esteinou, J. (1998). Sociedad moderna, medios de comunicación y transformación educativa. Disponible en línea: redalyc.uaemex.mx/pdf/270/27028402.pdf (Recuperado el 23 de Julio del 2012)
- Garrido, M (2009) “Archivos Sonoros Radio Sutatenza” en Música, radio y documentos sonoros. Memorias del seminario internacional Radio Nacional De Colombia.
- Geuzwein, F. (1983). Los medios de comunicación de masas y las nuevas tareas de formación del personal docente. Perspectivas, 3, 2
- Kaplún, M. (1992). A la educación por la comunicación: la práctica de la comunicación educativa. UNESCO/OREALC.
- Kaplún, M. (1999). Producción de programas de radio: el guión, la realización. Editorial «Quipus» – Quito-Ecuador
- Peppino, A. M. (1999). Radio educativa, popular y comunitaria en América Latina: origen, evolución y perspectivas. Plaza y Valdes.
- Perkins, J. E. P. (2008). Una introducción a la educación a distancia. Fondo de Cultura Económica.
- Prieto, I., Rincón, E. D., & Ramos, M. A. (2008). Experiencia educativa de la radio en América Latina. Revista de ciencias sociales, 14(1), 63-72.
- Martín, J. (1998). De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía. Convenio Andrés Bello.
- Mattelart, A., & Mattelart, M. (2013). Historia de las teorías de la comunicación.
- Moreno, R. M. A. (1999). Comunicación y educación: una alianza estratégica de los nuevos tiempos. Signo y pensamiento, 18(34), 9-18.
- Torres, W. (2000). Catálogo de las naves aqueas. Introducción lineal a un campo estratégico del conocimiento en las llamadas sociedades periféricas. C. Valderrama, coord., Comunicación-Educación. Coordenadas, abordajes y travesías, Bogotá, Universidad Central, Siglo del Hombre, 49-64.
- Trilla, J. (1993) “Otras Educaciones, animación Sociocultural, formación de adultos y ciudad educativa”. Universidad Pedagógica Nacional
- Trilla, J. (1997). Animación sociocultural: teorías, programas y ámbitos. Barcelona: Ariel.
[1] Comunicadora Social y Magister en Educación con énfasis en “Educación, Comunicación y Cultura” y un enfoque en propuestas educativas para la Paz. Cuenta con aproximadamente nueve años de experiencia en trabajo con comunidades; además se ha desempeñado en labores relacionadas con docencia universitaria, producción de contenidos mediáticos y elaboración e implementación de estrategias de comunicación comunitaria en diferentes regiones de Colombia. slrvillamuez@gmail.com
[2]Información obtenida a través de http://www.banrepcultural.org/radio-sutatenza