Autor: «Abner Lobos, Radio Encuentro, Argentina»
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Las noticias venidas de Chile en las últimas semanas nos han conmovido profundamente. Chile es en estos momentos un volcán, un gran volcán que de pronto entró en erupción. Como lo hacen los volcanes, sin anuncios previos. Un volcán cuya erupción y estallido tiene alcances todavía imprevisibles, pero que sin duda tendrá influencia decisiva en el futuro de Chile, que modificará el escenario político, social y económico de los chilenos y cuya lava podría traspasar las fronteras.
Es que el Chile de los terremotos y los volcanes siempre activos volvió a conmocionar a nuestro continente. Millones de chilenos, una verdadera lava humana, se apropió de plazas y avenidas para decir BASTA…
Basta de que los derechos humanos esenciales como la salud, la educación, jubilaciones, servicios esenciales como la electricidad, el agua, el gas, los teléfonos, estén privatizados.
Basta de que las riquezas como la tierra, el cobre, los minerales, el petróleo, los bosques, el mar, la pesca pertenezcan a unos pocos.
Basta de rutas, balnearios y paseos naturales privatizados.
“Chile despertó”, dicen los carteles, aludiendo a décadas de dominación y de cierto adormecimiento social. Era tan elogiado el modelo chileno que era invocado como un ejemplo de desarrollo neoliberal.
Pero la mentira y el cinismo de tienen patas y un día el modelo colapsó. Y todo explotó. Hace más de una semana millones de chilenos reclaman en las calles un Chile más solidario, inclusivo y justo. Un modelo nuevo que reparta la torta con mayor equidad, una torta que alcance para todos.
Es una verdadera revolución, porque además de política es cultural. Una especie proeza social cuyas derivaciones son imposibles de prever. Nadie puede aseverar con certeza en qué terminará esta colosal manifestación social y política que no tiene liderazgos, es multisectorial, plural, diversa, autónoma de los partidos políticos, es asamblearia y no está dispuesta retroceder.
Además, impulsa la reforma de la constitución, la causa de todos los males, porque la actual, de origen pinochetista, pone a los negocios por sobre los derechos humanos y a los bienes materiales sobre las personas.
Las protestas son un tremendo problema para la casta económica y política que gobernó Chile desde siempre. Da la sensación de que no saben cómo salir del atolladero. Primero bastardearon las movilizaciones, las ridiculizaron. Luego las reprimieron y las siguen reprimiendo. Cuando se dan cuenta que la cosa viene en serio, el presidente dispone algunas medidas insignificantes. Los movilizados consideran que es pura cosmética y al día siguiente repletan plazas y avenidas realizando la más multitudinaria concentración de la historia de Chile.
¿En qué terminará esta erupción volcánica que es la rebelión chilena? Imposible de predecir. Más allá de los perfiles diversos que se expresan en las calles, de las diferencias naturales en un colectivo tan multifacético, hay una música que armoniza. Tiene que ver con más democracia, más equidad a la hora de repartir la inmensa riqueza chilena, más derechos. En fin, en medio de confusiones y operativos mediáticos, irrumpe la certeza de que ahora en más, nada será igual en Chile. Que como dijo Salvador Allende: “la historia la hacen los pueblos que abrirán las amplias alamedas por las que pase el hombre libre”.