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El estado de salud de la ex primera dama de Brasil, Marisa Leticia Lula da Silva, de 66 años, aun es grave. Ella sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) el 24 de enero de 2017 y está internada en el Hospital Sirio-Libanés, en São Paulo.

Al fin de la tarde del 24 de enero, la esposa del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue sometida a un procedimiento de arteriografía cerebral para detener la hemorragia en su cerebro. El 25 de enero ella fue colocada en coma inducido. El médico de la familia dijo a la prensa que el cuadro es delicado, pero su estado de salud es estable. Aun no se sabe cuando le darán el alta.

Junto al ex presidente Lula, Doña Marisa ha sido blanco constante de los miembros de la Operación Lava Jato. Ella es acusada en dos acciones penales y debe responder por los crímenes de corrupción pasiva y lavado de dinero.

Los abogados de la ex primera dama afirman que las acciones son un «delirio acusatorio» y una persecución de carácter partidario. La semana pasada, un renombrado grupo de doce diputados del Partido Demócrata estadounidense clasificó las acciones del juez Sérgio Moro como “tendenciosas e injustificadas”.

En el transcurso de la Operación Lava Jato, la ex primera dama vio audios y conversaciones triviales de su familia siendo expuestas en filtraciones autorizadas por el juez Moro. La Policía Federal intervino, por ejemplo, una llamada entre ella y su hijo Fábio Luís, en la que mostraba decepción con los cacerolazos contra el Partido de los Trabajadores.

Marisa comenzó su vida política en el Sindicato de Metalúrgicos del ABC. En 1980, aún en la dictadura militar, cuando Lula y diversos sindicalistas estaban presos por las grandes huelgas del período, ella lideró una caminata de mujeres en protesta contra la criminalización de los sindicalistas.

Desde São Paulo, de la Radioagencia Brasil de Fato, Vivian Fernandes.

 

Fuente: Brasil de Fato