Es un monumento histórico, es un bien patrimonial del país y es símbolo patrio, tres declaratorias ganadas por sus más de 120 años de historia. Sin embargo sus administradores pretenden modernizarlo con un cuestionado préstamo de más de 30 millones de dólares. Quienes defienden su valor simbólico y cultural sostienen que un teatro de estas características históricas necesita ser restaurado pero dudan sobre las implicancias de ‘modernizarlo’. Parece cuestión de palabras pero en realidad es la vieja historia de cuando se pretende poner el negocio por encima del arte y la cultura. Conocemos más sobre el tema con esta producción de nuestra compañera Gina Araya desde la Asociación Voces Nuestras, para Contacto Sur.