2021-02-12
Equipo de Radio Seybo – República Dominicana
Como si de la obra literaria de Gabriel García Márquez se tratara así ocurrió en la ciudad de Santa Cruz de El Seybo el pasado 26 de enero de 2021 cuando cientos de guardias campestres de la empresa azucarera Central Romana cumplieron con las amenazas que desde hacía días se venían dando a un grupo de familias laboriosas cuyo pecado era levantar sus humildes viviendas en un terreno en el centro de la ciudad. Eran tantos los rumores que hasta decían los más informados de la llegada de helicópteros para perpetrar tal cruel violación.
Es justo recordar como el día 9 de julio de 2020 a eso de las 10 de la mañana llegaron numerosos policías privados de la empresa a destruir las viviendas y sembradíos que encontraban a su paso ante los lloros y lamentos de unas familias llenas de rabia e impotencia porque fueron literalmente encañonadas con muchas armas largas de este fuerte poder económico. Pues bien, estas familias agrupadas en una asociación llamada “Seibanos sin techo” volvieron a levantar sus casas con los materiales que encontraban. Mientras tanto, cada domingo a las 3 de la tarde, primero debajo de la javilla y después en la capilla ecuménica, se soñaba cómo había que seguir en la lucha de la forma más pacífica y solidaria con las personas que llegaban a pedir un solar pues no tenían cómo pagar un alquiler de dos mil pesos al mes en este tiempo de pandemia.
En el transcurrir de los meses era una alegría ver los rostros felices de los niños y niñas, de los abuelos, etc. que sentían que ya nadie volvería a molestarles. Hasta la energía eléctrica fue llevada a las familias que ya se habían mudado. Además se vivía con gran ilusión la construcción de una capilla ecuménica destinada a albergar todos los cultos religiosos y también como lugar de reuniones comunitarias. Pero a principios del mes de enero se acercaba la sombra del quinto aniversario de los salvajes desalojos de la misma empresa que se realizaron a escasos metros del lugar llamado “los solares” donde las familias vivían ya apaciblemente. Y llegaron los rumores, por lo cual saltaron todas las alarmas. Todas las autoridades provinciales supieron de este fatídico rumor que tomaba fuerza con el paso de los días.
La noche del 25 de enero, de 9 a 11 de la noche, se sostuvo una reunión en la Gobernación Provincial en donde la Gobernadora, Irene Martínez, convocó a todas las autoridades provinciales y regionales con el objetivo de detener el desalojo que se efectuaría horas después. Se decidió llamar al Central Romana para pedir una tregua de paz hasta las 11 de la mañana del día siguiente, festividad del natalicio de Juan Pablo Duarte, a lo cual accedió el jurídico Gilberto Cedeño. A continuación, las autoridades se apersonaron en el lugar donde las familias estaban cocinando para pasar la noche en vigilia y se les dijo que estuviesen tranquilas, que ya no iba el desalojo. Entre una mezcla de incredulidad y esperanza cada familia se fue, confiando que se respetaría la tregua de paz. Pero nada más lejos de la realidad: a las 4 de la madrugada llegaron cientos de guardias campestres y de policías fuertemente armados a desalojar… Ahí se vivió de nuevo el terror… niñas de 15 años invadidas por el pánico… sólo las imágenes pueden describir tanta barbarie. A resaltar que el CR transgredió todas las leyes en esta actuación: actuó sin orden de desalojo, dentro del toque de queda y antes de la hora establecida para este tipo de actuaciones. Por último, entró en una tierra que no es suya pues no presentó título de propiedad.
A las 11 de la mañana se dio la reunión en la Gobernación entre las autoridades y el citado jurídico que sólo sabía enlazar alguna que otra palabra con los ojos clavados en el suelo, avergonzado pero infinitamente orgulloso de ser fiel a su diabólica empresa. Estuvo a punto de irse cuando se le recordó la barbarie que el CR había hecho 5 años antes, el mismo día y a la misma hora. Pero, en pro de la paz y el diálogo se le escuchó y se le prometió que no se le volvería a ocupa la tierra que ellos ocupan ilegalmente. Las autoridades prometieron urbanizar el área y entregar casas a las familias. Queda ahora esperar pacientemente se cumplan las promesas.
A destacar la carta enviada ese mismo día por Mons. Jesús Castro Marte, Obispo de la Diócesis Nuestra Señora de la Altagracia, la cual significa un apoyo vital en esta lucha por la dignidad. Muchas gracias, Monseñor Jesús, por alentar esta bella misión que nació con la mística de custodiar la dignidad de las personas. Adjuntamos la carta a nuestro escrito por la gran importancia que reviste para la sociedad dominicana que sueña con un mundo más justo y fraterno inspirada en los ideales de libertad del patricio Juan Pablo Duarte.