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Los incendios forestales de 2024 en Bolivia arrasaron más de 12 millones de hectáreas, golpeando con fuerza a las comunidades indígenas de la Chiquitanía y Guarayos. Un diagnóstico reciente, elaborado por organizaciones locales y presentado en Santa Cruz de la Sierra, confirma que los efectos van más allá de la pérdida ambiental: dejaron comunidades desprotegidas, economías arrasadas y una creciente crisis social, especialmente para mujeres, niñas y niños.

El informe destaca que la devastación de bosques y cultivos tradicionales afectó directamente los modos de vida y seguridad alimentaria de estas comunidades. La lideresa y bombera voluntaria María Justiniano, al compartir su testimonio, resumió el drama colectivo en un poema que denuncia la indiferencia ante la destrucción y el dolor de un pueblo que ve desaparecer su territorio. Además, el estudio alertó sobre un preocupante incremento de la violencia, incluida la sexual, contra mujeres y niñas durante y después de los incendios.

Las cifras reflejan una emergencia alarmante: un 77% del área afectada corresponde a bosques y territorios indígenas, superando incluso los incendios de 2019. La presidenta de la Confederación de Mujeres Indígenas de Bolivia, Vilma Mendoza, subrayó que los daños materiales y emocionales son profundos y que, sin apoyo inmediato, muchas familias se verán forzadas a migrar o recurrir a actividades extractivas para sobrevivir.

El diagnóstico también propone alternativas urgentes: reforestación, fortalecimiento de planes de manejo comunitario y sanciones a los responsables de los incendios. Pero mientras las llamas avanzan cada temporada seca, la respuesta estatal sigue siendo insuficiente y las comunidades indígenas luchan solas por defender la vida, la tierra y su cultura.

 

Producción: Julio Rodríguez de IRFA Santa Cruz, Bolivia – ALER.

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Emisión Vespertina 12-06-2025