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En la Patagonia argentina, el fuego no cesa. Más de 37.000 hectáreas de bosques nativos, plantaciones y viviendas han sido devoradas por las llamas en una serie de incendios que comenzaron el 24 de diciembre del año pasado y que, hasta hoy, no dan tregua.

El primer incendio, que arrasó la localidad de Epuyén el 15 de enero, destruyó 80 viviendas, bosques nativos y plantaciones de pinos. Pero, en medio de la tragedia, surgió algo poderoso: la organización comunitaria. Vecinos y vecinas se autoconvocaron para cuidar a las infancias, apagar focos activos, recibir donaciones y planificar la reconstrucción de lo perdido. Sin embargo, el 29 de enero, otro incendio golpeó la región, esta vez en el paraje Bolsón Machina Ogada. La red comunitaria no se doblegó; al contrario, se multiplicó y fortaleció.

Mientras la comunidad trabaja incansablemente, los gobiernos no solo desfinancian las instituciones estatales de control de incendios, sino que criminalizan a quienes intentan ayudar. Brigadistas autoconvocados han sido allanados, detenidos y acusados injustamente, mientras se promueven discursos de odio contra el pueblo Mapuche, señalándolo como un «enemigo interno». Detrás de esta represión, como denuncian los habitantes de la zona, hay intereses económicos vinculados al extractivismo, la especulación inmobiliaria, la industria forestal, la minería y el turismo.

Informa: Cristina Cabral, Radio Encuentro – Argentina.

 

Foto: Marcelo Martínez.