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En Paraguay, como en varios países de la región, la pandemia demostró la debilidad del sistema sanitario y por lo tanto, de la institucionalidad del Estado. Se ha profundizado la pobreza a nivel nacional, no sólo desde el número inicial de contagios y personas fallecidas, también con el efecto rebote, luego de más de un año de las primeras alertas. Si bien en un inicio se retrasó el ingreso de la pandemia, este tiempo no se aprovechó en prevención y acciones que pudieron ser paliativas.

Las falencias del Estado y del sistema político que son estructurales, se arrastran a lo largo de los años, por lo que se hace necesario un esfuerzo mayor para su transformación oportuna. Actualmente se denuncia la centralización de vacunas en el área urbana, se desconoce el sistema de distribución en sectores rurales y fronterizos, e incluso, se presume afectaciones mayores en sectores populares.

Las medidas restrictivas dependen en buena parte, de la fortaleza que tiene el Estado para sostenerlas y que su accionar se traduzca en una verdadera protección ante el contagio masivo. Para la analista no es el caso de Paraguay, donde se mezclan condiciones de precarización y el escenario electoral. Se testimonian protestas permanentes del sector transporte, educativo, indígena, campesinado y salud, se suman a las denuncias de casos de corrupción e ineptitud por retraso de vacunas, insumos médicos y el propio manejo de la pandemia.

Análisis de Milda Rivarola, socióloga, historiadora e ingeniera agrónoma.

Producción: Hugo Enrique Díaz, Radio Pa’i puku – Paraguay; María Cianci Bastidas, Coordinación General ALER

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