Las nuevas enfermedades, así como algunas no tan nuevas vienen de una mala alimentación. El COVID es parte de esta crisis que comienza con lo que comemos, al revisar nuestra alacena nos damos cuenta que mucho proviene de la producción industrial, nos alimentamos de lo artificial y sin saber las consecuencias tomamos la comida chatarra. La producción industrial, de empresas como BIMBO y Camesa, utilizan agrotóxicos, transgénicos e híbridos lo que al principio muestra un buen aspecto, pero luego no sirve, deja la tierra flaca, genera plagas como gusanos y nos altera el bienestar del cuerpo.
Abraham Pozos, cuenta que tiene más de 40 años cultivando la tierra, recuerda las historias que le contaba su tío Leonor que llegó a tener más de 100 años de edad. Este campesino de toda la vida, tiene presente a sus abuelos y abuelas en la tarea de cultivar la tierra, por eso defiende el maíz criollo, que cumple más de 200 años en sus tierras, este maíz crece sólo con abono de borrego. Se necesita comprender el ritmo del clima con mucha paciencia, pero bien vale la pena saber que es alimento sano, no sólo del maíz, sino también de la calabaza, el frijol, el chile, el arroz y otras siembras que tiene en su milpa.
La semilla criolla es cuidada con la intención que no sea cambiada, porque en calidad de alimentación es la mejor del mundo y puede hacer durar a la gente muchos años de vida. Cuidar nuestros granos como costumbre es lo que nos da autonomía y soberanía alimentaria.
Producción: Sandra Luz Cruz y Alfredo Zepeda, Radio Huayacocotla – México, María Cianci Bastidas, Coordinación General ALER