Autor: Leonel Herrera, Arpas
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Hola, amigas y amigos de América Latina: quiero compartir con ustedes tres comentarios urgentes sobre las caravanas de migrantes centroamericanos que marchan hacia Estados Unidos
El primero es que son ridículas las tesis conspirativas que planteadas algunos periodistas, analistas, políticos y funcionarios, de derecha y de izquierda. Para estos opinadores, las caravanas de migrantes centroamericanos son manipuladas o responden a más de alguna conspiración maquiavélica impulsada por el presidente venezolano Nicolás Maduro, el filántropo ex especulador financiero George Soros o quizás el gobernante estadounidense Donald Trump.
Los pregoneros de estas teorías conspirativas parecen olvidar que los miles de migrantes (mujeres, hombres, niños, jóvenes) huyen la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en Honduras, Guatemala y El Salvador, donde prevalecen modelos económicos neoliberales que generan marginación y exclusión de amplios sectores de la población, mientras un grupito de familias oligárquicas, grandes empresas y corporaciones transnacionales concentran la riqueza.
El segundo es que las caravanas de migrantes no son un fenómeno reciente. Los que se sorprenden ante estas caravanas niegan que la migración de población hondureña, guatemalteca y salvadoreña ha estado siempre, en forma silenciosa, porque las causas han estado ahí. Los pueblos centroamericanos han sufrido hambre, violencia y desempleo por décadas.
La novedad ahora es que los migrantes se van en multitud, visibles y en forma coordinada para ayudarse y protegerse mutuamente. Así evitan pagar a los “coyotes”, ser detenidos por policías migratorias o ser asaltados, violados, secuestrados o asesinados por los grupos criminales. Porque eso sucedía cuando viajaban solos o en grupos pequeños.
Y el tercer comentario es que los causantes de este éxodo y viacrucis de miles de migrantes son los gobiernos, actuales y anteriores, de Honduras, Guatemala y El Salvador que impusieron, mantuvieron o no desmontaron los modelos neoliberales; así como las élites oligárquicas y empresas transnacionales que se benefician de esas políticas generadoras de miseria, violencia, deterioro ambiental, etc.
Lo son también los gobiernos de Estados Unidos que presionaron -por medio del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, sus embajadas y sus corporaciones- para que se aplicaran los ajustes neoliberales y han patrocinado a los gobiernos y oligarquías centroamericanas.
Esto se muestra claramente en Honduras: el gobierno gringo promovió o toleró el golpe de Estado contra el reformista presidente Manuel Zelaya y luego avaló el vergonzoso fraude electoral de Juan Orlando Hernández, un presidente espurio financiado por las mafias y cuyo gobierno tiene al país centroamericano hundido en una grave crisis política, económica y social.