En Honduras el gobierno de Juan Orlando Hernández respondió con represión a la protesta nacional contra la privatización de carreteras. Las manifestaciones contra la instalación de cabinas de peaje se repitieron en distintos lugares del país y a pesar de su carácter pacífico fueron reprimidas con gases, carros hidrantes y garrotes por policías y militares. Además 13 personas fueron detenidas.
En Contacto Sur vespertino el sociólogo Elvin Hernández, integrante de Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación opinó que el gobierno de Honduras “está privatizando el conjunto de los bienes del estado” y “ante cualquier manifestación ciudadana lo que hay es una respuesta represiva”.
Las protestas convocadas por el Frente Nacional de Resistencia Popular fueron también por el alto costo en el servicio de energía eléctrica y contra el proyecto de reelección presidencial, entre otras demandas.
Entrevistado por Radio Progreso el sociólogo Elvin Hernández afirmó que el gobierno busca “privatizar las calles a través de los peajes, el sistema de salud, el agua, los ríos a través de las represas hidroeléctricas, los territorios a través de la minería”.
Según opinó en Contacto Sur, el gobierno “no está interesado en dialogar en negociar con ninguno de los sectores” y simplemente “se extrae la riqueza, se vende y el que se queja o protesta se reprime”.
Hernández opinó que detrás del “proyecto de reelección y el peaje está a la élite política económica hondureña. Las élites han visto una gran oportunidad en el presidente actual para hacer negocios y esas élites están conectadas a las transnacionales. El peaje es uno de esos negocios”. En su análisis “la reelección significa más negocios para las élites locales y para las transnacionales”.
El analista aseguró que “quienes están respaldando a Juan Orlando Hernández son las élites locales vinculadas a las transnacionales de la mano de la embajada de Estados Unidos y la Unión Europea”.
Sin embargo explicó que hay una “indignación profunda en la gente y la oposición no ha sabido vertebrar esa indignación nacional”. El desafío debería ser “cómo articular la indignación de los campesinos, con los indígenas, con los jóvenes de la universidad”, por ejemplo.